Yo mismo erigí la prisión en la que creo encontrarme. Basta con que reconozca esto y quedo libre. Me he engañado a mí mismo al creer que era posible aprisionar al Hijo de Dios. He estado terriblemente equivocado al creer esto y ya no quiero seguir creyéndolo más. El Hijo de Dios no puede sino ser libre eternamente. Es tal como Dios lo creó y no lo que yo he querido hacer de él. El Hijo de Dios se encuentra donde Dios quiere que esté y no donde yo quise mantenerlo prisionero.
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Ejercicio:
La idea de hoy también debe aplicarse inmediatamente a cualquier situación que te pueda perturbar. Aplícala diciéndote a ti mismo:
He inventado esta situación tal como la veo. L-32 UCDM