II. La escalera de la oración
1. La oración no tiene principio ni fin. 2 Es parte de la vida. 3 Pero cambia de forma y crece a medida que uno va aprendiendo, hasta que alcanza su estado amorfo y se funde en una comunicación total con Dios. 4 En su aspecto peticionario no necesita apelar a Dios -que de hecho rara vez lo hace- y ni siquiera entraña creencia alguna en Él. 5 En estos niveles la oración es un simple desear, que surge de un sentido de carencia y escasez.
2. Estas formas de oración o de pedir-desde-la-necesidad, siempre entrañan un sentimiento de debilidad e insuficiencia, y un Hijo de Dios que sepa Quién es jamás haría uso de ellas. 2 Así pues, nadie que esté seguro de su Identidad, podría orar de esa manera. 3 Pero no es menos cierto que nadie que no tenga certeza sobre su Identidad puede evitar hacerlo. 4 La oración es tan continua como la vida. 5 Todo el mundo ora sin cesar. 6 Pide y ya has recibido, pues has decidido qué es lo que quieres.
3. Es posible asimismo alcanzar una forma más elevada de pedir-desde-la-necesidad, puesto que en este mundo la oración es reparadora y, por lo tanto, entraña niveles de aprendizaje. 2 En ese caso, la petición puede estar dirigida a Dios con verdadera fe, pero aún sin comprensión. 3 Por lo general, se ha alcanzado un vago, y con frecuencia inestable, sentido de identificación con Él, pero tiende a estar nublado por un sentimiento de pecado profundamente arraigado. 4 En este nivel es posible que se sigan pidiendo cosas de este mundo en variedad de formas, como también es posible pedir dones tales como la bondad o la honestidad y, en particular, perdón para las muchas fuentes de culpa que inevitablemente yacen bajo cualquier oración procedente de la necesidad. 5 Sin culpa no hay escasez. 6 Quien está libre de pecado no tiene necesidades.
4. En este nivel surge también esa curiosa contradicción de términos conocida como “orar por nuestros enemigos”. 2 La contradicción no se encuentra en las palabras mismas, sino más bien en la manera en que usualmente se interpretan. 3 Mientras creas tener enemigos, habrás limitado tu oración a las leyes de este mundo, y habrás limitado también tu capacidad de recibir y de aceptar a esos mismos estrechos márgenes. 4 Sin embargo, si tienes enemigos tienes necesidad de oración, y una gran necesidad por cierto. 5 Entonces, ¿qué significa realmente la frase “orar por nuestros enemigos”? 6 Significa que debes orar por ti, para que no busques aprisionar a Cristo y así perder el reconocimiento de tu propia Identidad. 7 No traiciones a nadie o te traicionarás a ti mismo.
5. Un enemigo es el símbolo de un Cristo prisionero. 2 ¿Y quién podría ser Él sino tú mismo? 3 Orar por los enemigos se convierte de este modo en una manera de orar por tu propia libertad. 4 Ahora la oración ha dejado de ser una contradicción. 5 Se ha convertido en una declaración de la unidad de Cristo y en el reconocimiento de Su impecabilidad.
6 Ahora se ha vuelto santa, pues reconoce al Hijo de Dios tal como fue creado. 6. Nunca olvides que la oración, en cualquiera de sus niveles, es siempre para uno mismo. 2 Si te unes a alguien en oración, lo haces parte de ti. 3 El enemigo eres tú, al igual que eres el Cristo. 4 Por ello, antes de hacerse santa, la oración es una elección. 5 Tú no eliges por otro. 6 Sólo puedes elegir por ti mismo. 7 Ora verdaderamente por tus enemigos, pues en esto radica tu propia salvación. 8 Perdónalos por tus pecados y ciertamente serás perdonado.
7. La oración es una escalera que llega hasta el Cielo. 2 En lo alto se produce una transformación muy similar a la tuya, pues la oración es parte de ti. 3 Las cosas de la tierra se dejan atrás y ya no se recuerdan más. 4 No se hacen peticiones, puesto que nada falta. 5 Se reconoce plenamente que la Identidad en Cristo es algo eterno, incorruptible y más allá de todo cambio. 6 La luz ha dejado de titilar y nunca se apagará. 7 Ahora, sin necesidades de ninguna clase y revestida para siempre con la pura impecabilidad que es el regalo de Dios para ti, Su Hijo, la oración puede convertirse otra vez en aquello para lo que se concibió. 8 Pues ahora se eleva cual canto de gratitud a tu Creador, sin palabras, pensamientos o vanos deseos, y sin necesidad de nada en absoluto. 9 De este modo se extiende, como estaba destinada a hacerlo. 10 Y por esta ofrenda Dios Mismo da las gracias.
8. Dios es la meta de toda oración, lo cual la hace eterna en vez de temporal. 2 No tiene comienzo, pues la meta nunca ha cambiado. 3 En las formas que adopta inicialmente, la oración es una ilusión, ya que no se necesita escalera alguna para llegar hasta aquello de lo que uno nunca se alejó. 4 No obstante, la oración forma parte del perdón mientras éste, que de por sí es una ilusión, continúe sin lograrse. 5 La oración estará ligada al aprendizaje hasta que el objetivo del aprendizaje se haya alcanzado. 6 Y entonces todas las cosas se transformarán al unísono y retornarán libres de toda mancha a la Mente de Dios. 7 Este estado es indescriptible al encontrarse más allá del aprendizaje. 8 No obstante, es necesario entender las etapas por las que hay que pasar para su obtención si la paz ha de ser restaurada en el Hijo de Dios, quien vive ahora en la ilusión de la muerte y en el temor a Dios.
2. Estas formas de oración o de pedir-desde-la-necesidad, siempre entrañan un sentimiento de debilidad e insuficiencia, y un Hijo de Dios que sepa Quién es jamás haría uso de ellas. 2 Así pues, nadie que esté seguro de su Identidad, podría orar de esa manera. 3 Pero no es menos cierto que nadie que no tenga certeza sobre su Identidad puede evitar hacerlo. 4 La oración es tan continua como la vida. 5 Todo el mundo ora sin cesar. 6 Pide y ya has recibido, pues has decidido qué es lo que quieres.
3. Es posible asimismo alcanzar una forma más elevada de pedir-desde-la-necesidad, puesto que en este mundo la oración es reparadora y, por lo tanto, entraña niveles de aprendizaje. 2 En ese caso, la petición puede estar dirigida a Dios con verdadera fe, pero aún sin comprensión. 3 Por lo general, se ha alcanzado un vago, y con frecuencia inestable, sentido de identificación con Él, pero tiende a estar nublado por un sentimiento de pecado profundamente arraigado. 4 En este nivel es posible que se sigan pidiendo cosas de este mundo en variedad de formas, como también es posible pedir dones tales como la bondad o la honestidad y, en particular, perdón para las muchas fuentes de culpa que inevitablemente yacen bajo cualquier oración procedente de la necesidad. 5 Sin culpa no hay escasez. 6 Quien está libre de pecado no tiene necesidades.
4. En este nivel surge también esa curiosa contradicción de términos conocida como “orar por nuestros enemigos”. 2 La contradicción no se encuentra en las palabras mismas, sino más bien en la manera en que usualmente se interpretan. 3 Mientras creas tener enemigos, habrás limitado tu oración a las leyes de este mundo, y habrás limitado también tu capacidad de recibir y de aceptar a esos mismos estrechos márgenes. 4 Sin embargo, si tienes enemigos tienes necesidad de oración, y una gran necesidad por cierto. 5 Entonces, ¿qué significa realmente la frase “orar por nuestros enemigos”? 6 Significa que debes orar por ti, para que no busques aprisionar a Cristo y así perder el reconocimiento de tu propia Identidad. 7 No traiciones a nadie o te traicionarás a ti mismo.
5. Un enemigo es el símbolo de un Cristo prisionero. 2 ¿Y quién podría ser Él sino tú mismo? 3 Orar por los enemigos se convierte de este modo en una manera de orar por tu propia libertad. 4 Ahora la oración ha dejado de ser una contradicción. 5 Se ha convertido en una declaración de la unidad de Cristo y en el reconocimiento de Su impecabilidad.
6 Ahora se ha vuelto santa, pues reconoce al Hijo de Dios tal como fue creado. 6. Nunca olvides que la oración, en cualquiera de sus niveles, es siempre para uno mismo. 2 Si te unes a alguien en oración, lo haces parte de ti. 3 El enemigo eres tú, al igual que eres el Cristo. 4 Por ello, antes de hacerse santa, la oración es una elección. 5 Tú no eliges por otro. 6 Sólo puedes elegir por ti mismo. 7 Ora verdaderamente por tus enemigos, pues en esto radica tu propia salvación. 8 Perdónalos por tus pecados y ciertamente serás perdonado.
7. La oración es una escalera que llega hasta el Cielo. 2 En lo alto se produce una transformación muy similar a la tuya, pues la oración es parte de ti. 3 Las cosas de la tierra se dejan atrás y ya no se recuerdan más. 4 No se hacen peticiones, puesto que nada falta. 5 Se reconoce plenamente que la Identidad en Cristo es algo eterno, incorruptible y más allá de todo cambio. 6 La luz ha dejado de titilar y nunca se apagará. 7 Ahora, sin necesidades de ninguna clase y revestida para siempre con la pura impecabilidad que es el regalo de Dios para ti, Su Hijo, la oración puede convertirse otra vez en aquello para lo que se concibió. 8 Pues ahora se eleva cual canto de gratitud a tu Creador, sin palabras, pensamientos o vanos deseos, y sin necesidad de nada en absoluto. 9 De este modo se extiende, como estaba destinada a hacerlo. 10 Y por esta ofrenda Dios Mismo da las gracias.
8. Dios es la meta de toda oración, lo cual la hace eterna en vez de temporal. 2 No tiene comienzo, pues la meta nunca ha cambiado. 3 En las formas que adopta inicialmente, la oración es una ilusión, ya que no se necesita escalera alguna para llegar hasta aquello de lo que uno nunca se alejó. 4 No obstante, la oración forma parte del perdón mientras éste, que de por sí es una ilusión, continúe sin lograrse. 5 La oración estará ligada al aprendizaje hasta que el objetivo del aprendizaje se haya alcanzado. 6 Y entonces todas las cosas se transformarán al unísono y retornarán libres de toda mancha a la Mente de Dios. 7 Este estado es indescriptible al encontrarse más allá del aprendizaje. 8 No obstante, es necesario entender las etapas por las que hay que pasar para su obtención si la paz ha de ser restaurada en el Hijo de Dios, quien vive ahora en la ilusión de la muerte y en el temor a Dios.