V. El final de la escalera
1. La oración es un camino a la verdadera humildad. 2 Y desde ahí se eleva lentamente una vez más, y crece en fuerza, amor y santidad. 3 Permite que abandone el suelo desde donde comienza a elevarse hacia Dios, y la verdadera humildad vendrá por fin a agraciar la mente que pensó que se enfrentaba al mundo sola. 4 La humildad trae paz porque no afirma que tú tengas que regir el universo ni juzgar las cosas en función de como tú quisieras que fuesen. 5 Deja a un lado felizmente todos los insignificantes dioses, no con resentimiento, sino con honestidad y con el reconocimiento de que no sirven para nada.
2. Las ilusiones y la humildad tienen metas tan dispares que no pueden coexistir ni compartir una morada donde pudieran encontrarse. 2 Allí donde una llega, la otra desaparece. 3 Los que son verdaderamente humildes no tienen otra meta que Dios porque no necesitan ídolos y las defensas ya no tienen objeto. 4 Los enemigos son inútiles ahora, pues la humildad no es confrontativa. 5 No se oculta avergonzada porque está satisfecha con lo que es, en el conocimiento de que la Creación es la Voluntad de Dios. 6 Su falta de egoísmo es el Ser, y esto es lo que ve en cada encuentro, en los que gustosamente se une a cada Hijo de Dios, cuya pureza reconoce comparte con él.
3. Ahora la oración se eleva por encima del mundo de las cosas, de los cuerpos y de los dioses de todo tipo, y por fin puedes descansar en santidad. 2 La humildad ha venido a enseñarte cómo entender la gloria que es tuya por ser Hijo de Dios y a reconocer la arrogancia del pecado. 3 Un sueño ocultaba la faz de Cristo de ti. 4 Mas ahora puedes contemplar Su impecabilidad. 5 La escalera ha llegado muy alto. 6 Ya casi estás en el Cielo. 7 Es muy poco lo que te queda por aprender antes de que la jornada finalice. 8 Ahora puedes decir a todo aquel que venga a unirse contigo en oración: 9 No puedo ir sin ti, pues eres parte de mí. 10 Y así es en verdad. 11 Ahora puedes orar sólo por lo que realmente compartes con él. 12 Pues has comprendido que nunca se marchó, y que tú, que parecías estar solo, eres uno con él.
4. Éste es el final de la escalera, pues ya no hay nada más que aprender. 2 Ahora te encuentras ante el umbral del Cielo, con tu hermano a tu lado. 3 Los jardines son amplios y serenos, pues ahí el lugar señalado para el momento en que debías venir ha estado esperando por ti desde hace mucho. 4 Ahí finaliza el tiempo para siempre. 5 En ese umbral la eternidad misma se une a ti. 6 La oración se ha convertido en lo que siempre estuvo destinada a ser, pues has reconocido al Cristo en ti.
2. Las ilusiones y la humildad tienen metas tan dispares que no pueden coexistir ni compartir una morada donde pudieran encontrarse. 2 Allí donde una llega, la otra desaparece. 3 Los que son verdaderamente humildes no tienen otra meta que Dios porque no necesitan ídolos y las defensas ya no tienen objeto. 4 Los enemigos son inútiles ahora, pues la humildad no es confrontativa. 5 No se oculta avergonzada porque está satisfecha con lo que es, en el conocimiento de que la Creación es la Voluntad de Dios. 6 Su falta de egoísmo es el Ser, y esto es lo que ve en cada encuentro, en los que gustosamente se une a cada Hijo de Dios, cuya pureza reconoce comparte con él.
3. Ahora la oración se eleva por encima del mundo de las cosas, de los cuerpos y de los dioses de todo tipo, y por fin puedes descansar en santidad. 2 La humildad ha venido a enseñarte cómo entender la gloria que es tuya por ser Hijo de Dios y a reconocer la arrogancia del pecado. 3 Un sueño ocultaba la faz de Cristo de ti. 4 Mas ahora puedes contemplar Su impecabilidad. 5 La escalera ha llegado muy alto. 6 Ya casi estás en el Cielo. 7 Es muy poco lo que te queda por aprender antes de que la jornada finalice. 8 Ahora puedes decir a todo aquel que venga a unirse contigo en oración: 9 No puedo ir sin ti, pues eres parte de mí. 10 Y así es en verdad. 11 Ahora puedes orar sólo por lo que realmente compartes con él. 12 Pues has comprendido que nunca se marchó, y que tú, que parecías estar solo, eres uno con él.
4. Éste es el final de la escalera, pues ya no hay nada más que aprender. 2 Ahora te encuentras ante el umbral del Cielo, con tu hermano a tu lado. 3 Los jardines son amplios y serenos, pues ahí el lugar señalado para el momento en que debías venir ha estado esperando por ti desde hace mucho. 4 Ahí finaliza el tiempo para siempre. 5 En ese umbral la eternidad misma se une a ti. 6 La oración se ha convertido en lo que siempre estuvo destinada a ser, pues has reconocido al Cristo en ti.